martes, 15 de marzo de 2011

Mi niñez



Nací mirando el mar y la desembocadura del río Curanipe (fotos 1 y 2); por ende aprendí de chica a nadar y a remar. Mi casa está a 350 m en la horizontal y a 10 msnm, justo ahí mismo donde llegó la línea de inundación del maremoto. Esto es el último y muy fuerte evento que ha impactado mi aproximación a este mar, este mar que veo hoy tal como lo vi de niña, es el mismo que he mirado siempre desde mi dormitorio.



Mi casa es de adobe y no es muy luminosa por dentro, pero tiene un patio florido, soleado, muy acogedor y protegido del viento (foto 3).




La Piedra de la Gaviota



He vivido (varios, muchos) episodios, aquí mismo, frente a la roca de la Gaviota (foto 4).

Como decía aprendí a nadar desde muy chica… nada mejor que bañarse en el mar, después de zambullirse y cruzar la parte donde ya no tocabas fondo y quedarte quieta con las olas meciéndote... Era tanto lo que me bañaba, que siempre salía con los labios morados por lo fría que es el agua.

Los faluchos maulinos y las chatas












En la historia de Curanipe hay camino hecho en la construcción de botes: los faluchos, (Curanipe siendo Puerto, foto 5) y posteriormente las chatas (llamadas así porque no tienen quilla), que son las que se usan para ir a calar las redes o para paseos en el río.
Cuenta mi primo Juanga que “don Pancho Ayala también construía pero que no era tan fina la terminación como la de don Hugo (Foto 6). Ahora los constructores en Curanipe eran desde el tío Nemesio (mi abuelo), los Villaseñor, que construían las lanchas Maulinas que iban al Perú, así como don Juan y don Hugo que hacen botes. Para el lado del puente Parrón había otro caballero del que no recuerdo el nombre. Estaba Jesús, don Valentín, y otros constructores de botes. Eran bonitos tiempos y me acuerdo que se juntaban las monedas de cobre y bronce para usarlas como golillas en sus remaches.”

Aprendí a remar en estos botes, en los botes de Don Juan, (foto 7); todos se los llevó el maremoto. La primera vez fui con una prima , y nos subimos no más sin saber remar y muertas de la risa, pero no pudimos volver, ya que remar contra la corriente nos fue imposible con el fuerte viento que hay allá. Nos tuvieron que ir a buscar.
Estos botes, tenían su embarcadero a los pies de mi casa, antes, cuando no existía la calle de la costanera (foto 8).


Siendo todos adolescentes, mis primos hicieron un bote a remos. La mayor diversión era meterse al mar, anclar y tirarnos al agua para bañarnos, también nos entreteníamos poniendo el bote de frente a las olas, así se levantaba más, pero era complicado salir, varias veces nos dimos vuelta… Finalmente los papás nos prohibieron esta diversión.

¡Cómo jugábamos!









En la desembocadura del río Curanipe, que cambiaba continuamente se formaba una poza de mar entre la Roca de la Gaviota y la de San Pedro (ahora ya no pasa después del tómbolo artificial que hicieron de concreto) y por lo general no era profunda, pero pasó una vez que cruzándola a pie, me caí a un hoyo de arena movediza que me succionaba, ¡glup!, ¡glup!, no podía salir y trataba y tragaba agua, y de nuevo ¡glup!, por fin las manos encadenadas de mis primos lograron alcanzarme y ¡uf, ya, no me ahogué…!

Cuánto disfrutábamos en la playa (foto 9 y10), también nos bañábamos en los rellenitos de la desembocadura ,(foto11).

Pescadores







Recuerdo en otra ocasión haberme bañado con ropa en el mar mientras llovía, era invierno, total ya estábamos todos mojados.
Hasta aquí, salvo el episodio en que casi me ahogo, todo bien con el mar, siempre tranquilo me ha bañado.

En Curanipe hay pesca artesanal, es una maravilla estar ahí cuando los botes salen, antes se tiraban con bueyes. Traen corvinas, congrio, ahora también reinetas y pescada (fotos 12 y 13).

"Willyto"




El 5 de agosto del año 2008, justo frente a mi casa , la vida de mi amigo Willy, Willito de siempre, tuvo un desenlace fatal . Desapareció y nunca mas lo vimos, después que el mar partió en dos la lancha en que iban tres pescadores, personal de la marina lo buscó por días sin resultado. Solo quedó una animita en la Roca de San Pedro; su tumba es el mar, ¡dónde mas me puedo encontrar con él!… Sus amigos y quienes lo queríamos lo hemos recordado tirando claveles rojos al mar en su memoria (foto 14).

Secando cochayuyo



En Curanipe siempre se ha vivido de la pesca, las mujeres salían muy temprano a mariscar en las rocas, iban provistas de canastos y cuchillos para cortar luche, y también sacaban choritos y locos.
Hoy se recolecta cochayuyo (foto15); Hacia el sur, por las playas, se ve gente en burros cargados con atados de cochayuyo. Esta actividad ha mermado con el tiempo.

Y pasaron las ballenas




Para el día de Navidad del 2008, tuvimos un tremendo regalo: durante varias horas vimos el paso de ballenas, fue un espectáculo increíble y maravilloso en la bahía. Según mi hijo menor, las ballenas venían arrancando de los japoneses y su afán por cazarlas. Después de días de mucha discusión e investigación, concluimos que podría haberse tratado de ballenas rorcual o piloto (fotos 16 y 17).

Después del maremoto




Lo más reciente e impactante en mi aproximación a este mar sucedió el sábado 27 de febrero de 2010: el maremoto. (Foto 18). Notar que esta foto es semejante a la 4.
Viajé a Curanipe el viernes y llegué alrededor de las 10 de la noche, para encontrarme con mis familiares y amigos. Habíamos cuatro familias en total incluyendo 9 niños y mi viejita y linda mamá.
Habíamos viajado desde distintas partes de Chile a nuestro Curanipe, desde Los Lagos, Panguipulli, Valparaíso, Linares, y yo desde Santiago.
Esa noche, ya muy tarde, estábamos todos celebrando en la casa del frente, tomando terremoto (prometo no volver a tomar terremoto), y diciendo "¡ya! ¡el último terremoto y nos vamos!" Y comienza a temblar…, y nos dio mucha risa por la coincidencia, además que por el ruido creímos que iba pasando camión cargado de madera.

Todo lo demás que sucedió fue muy rápido: corrí a mi casa donde tuve que calmar a mi mami, “cálmese mamita si ya va a pasar”, ¡y no pasaba! más bien nos caían terrones en la cabeza ( mi casa es de adobe), le pasé mi 'celu' a mi primo para que llamara y se juntara con su familia; mi prima salió desbocada hacia el cerro con sus hijos a cuesta…, le dije a mi mami que se abrigara, fui al patio a ver a mi otra prima, y ahí estaban los 4 abrazados , así es que ¡ya! tú anda a buscar el auto (por suerte ya que si no lo hubiéramos sacado el mar se lo habría llevado), ¡todos al auto y a los cerros! ( según yo hasta la casa del tío Raúl bastaba) Me devolví a cerrar la casa y a ver a mi tercera prima al frente. Después me apuré en subir. En todo caso , yo siendo geóloga nunca pensé que el mar se saldría, ya que consciente del terremoto, en mi casa no se cayó nada, solo se sacudió y todo quedó lleno de tierra.

Cuando bajé en la mitad de la noche sentí el mar y el ruido ensordecedor arrastrando los árboles del bosque, las casas, y todo lo que había a su paso.
Al amanecer, ya con luz, corrí a mi casa y vi que el mar llegó justo al borde de mi patio, ¡pero la casa estaba paradita! ¡Uf! fue un gran alivio…la casa quedó literalmente al borde de la playa.

Salí a tomar fotos y me temblaban las piernas, no sé si porque estaba temblando o porque yo tiritaba entera con el impacto de lo que había pasado. Ahora que ha pasado tiempo me doy que nunca pensé que podría haber visto muertos, ya que por donde anduve, después encontraron cadáveres. El mar se llevo y trajo todo a su paso; así que habían peces y jaibas y chanchitos de mar (todos vivos) junto a todo lo destruido.

Cuando volví a Santiago, dos días después el domingo 29 de febrero, me parecía que había pasado una semana, y era tan extraño ya que andaba con la misma ropa con la que viajé a Curanipe el viernes.

Epílogo




A un año del maremoto, he vuelto varias veces a Curanipe, todo lo recuerda, sobre todo los últimos temblores; además que el mar sigue entregando cosas; recientemente tomé foto de un auto en la roca de Las 3 Peñas y de un trozo de puerta con cerradura y todo en Los Arcos de Calán.