
Lo más reciente e impactante en mi aproximación a este mar sucedió el sábado 27 de febrero de 2010: el maremoto. (Foto 18). Notar que esta foto es semejante a la 4.
Viajé a Curanipe el viernes y llegué alrededor de las 10 de la noche, para encontrarme con mis familiares y amigos. Habíamos cuatro familias en total incluyendo 9 niños y mi viejita y linda mamá.
Habíamos viajado desde distintas partes de Chile a nuestro Curanipe, desde Los Lagos, Panguipulli, Valparaíso, Linares, y yo desde Santiago.
Esa noche, ya muy tarde, estábamos todos celebrando en la casa del frente, tomando terremoto (prometo no volver a tomar terremoto), y diciendo "¡ya! ¡el último terremoto y nos vamos!" Y comienza a temblar…, y nos dio mucha risa por la coincidencia, además que por el ruido creímos que iba pasando camión cargado de madera.
Todo lo demás que sucedió fue muy rápido: corrí a mi casa donde tuve que calmar a mi mami, “cálmese mamita si ya va a pasar”, ¡y no pasaba! más bien nos caían terrones en la cabeza ( mi casa es de adobe), le pasé mi 'celu' a mi primo para que llamara y se juntara con su familia; mi prima salió desbocada hacia el cerro con sus hijos a cuesta…, le dije a mi mami que se abrigara, fui al patio a ver a mi otra prima, y ahí estaban los 4 abrazados , así es que ¡ya! tú anda a buscar el auto (por suerte ya que si no lo hubiéramos sacado el mar se lo habría llevado), ¡todos al auto y a los cerros! ( según yo hasta la casa del tío Raúl bastaba) Me devolví a cerrar la casa y a ver a mi tercera prima al frente. Después me apuré en subir. En todo caso , yo siendo geóloga nunca pensé que el mar se saldría, ya que consciente del terremoto, en mi casa no se cayó nada, solo se sacudió y todo quedó lleno de tierra.
Cuando bajé en la mitad de la noche sentí el mar y el ruido ensordecedor arrastrando los árboles del bosque, las casas, y todo lo que había a su paso.
Al amanecer, ya con luz, corrí a mi casa y vi que el mar llegó justo al borde de mi patio, ¡pero la casa estaba paradita! ¡Uf! fue un gran alivio…la casa quedó literalmente al borde de la playa.
Salí a tomar fotos y me temblaban las piernas, no sé si porque estaba temblando o porque yo tiritaba entera con el impacto de lo que había pasado. Ahora que ha pasado tiempo me doy que nunca pensé que podría haber visto muertos, ya que por donde anduve, después encontraron cadáveres. El mar se llevo y trajo todo a su paso; así que habían peces y jaibas y chanchitos de mar (todos vivos) junto a todo lo destruido.
Cuando volví a Santiago, dos días después el domingo 29 de febrero, me parecía que había pasado una semana, y era tan extraño ya que andaba con la misma ropa con la que viajé a Curanipe el viernes.